Carácter bienaventurado del cristiano III

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Introducción

Cita bíblica: Mateo 5:9-12 “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.”

I. Pacificador (9)

Hay una diferencia muy grande entre un pacificador y un pacífico. Una persona pacífica es aquella persona que “no usa la violencia o que no es propenso a fomentar conflictos.” Mientras que un pacificador es alguien “que pacifica” esto podría sonar algo ambiguo, pero tiene mucho sentido, mientras que un pacífico prefiere, para sí mismo, no usar la violencia ni fomentar conflictos, un pacificador hace que, no sólo para sí mismo, al rededor no se use la violencia ni se fomente los conflictos.
Entonces, entendemos que un pacificador no es el que no prefiere hacer nada, sino el que prefiere hacer algo en pro de la paz. Es decir, es aquel que prefiere vivir la paz. Ahora, ¿Qué es la paz?
El término “pacificador” también significa “reconciliador”. La paz desde un concepto bíblico tiene que ver con una correcta relación con Dios (Ro. 5:1). Esa correcta relación con Dios resulta en un accionar en buscar la paz para las personas. Que las personas estén en paz con Dios y con su prójimo. Esa es la labor que tiene aquel que ha sido reconciliado por el Señor, busca reconciliar a otros con Dios (2 Co 5:18-20) y también buscar la paz con los hombres (Ro. 12:18; He 12:14; Mt 5:44-45)
La bendición que recibe aquel que es pacificador es: “Serán llamados hijos de Dios”. Este es un título de honor. Una cosas es que seamos conocidos por Dios como sus hijos (Jn. 1:12), pero otra también es que seamos conocidos por el mundo como Hijos de Dios (1 Jn 4:17).
Son creyentes que tal vez hablan poco de paz, pero viven la experiencia de la paz. No son conflictivos, buscando agradarse a ellos mismos, sino que son capaces de renunciar a sus derechos con tal de mantener la paz. No transigen con el pecado, pero buscan al que ha caído para restaurarlo a la comunión con el Príncipe de paz. La paz de Dios se ha hecho vida en ellos, gozándose en esa admirable experiencia. No hay dificultad ni problema que logre inquietarlos en su vida cristiana, por tanto, al no estar ellos inquietos, no son medio para inquietar a otros.
Samuel Perez Millos

II. Buscador de lo justo (10)

Esta es la séptima bienaventuranza, El séptimo consejo para ser feliz. Esta es quizás otra de las que pareciera también una contradicción. ¿Cómo se puede ser felices cuando hemos sido o estamos siendo perseguidos? La felicidad no es buenas circunstancias, sino buena relación con Dios. No quiere decir que no disfrutaremos en buenas circunstancias, sino que la felicidad es más que una circunstancia, es una condición de vida en el Señor.
La persecución, por causa de hacer lo bueno, a nuestro parecer es absurdo, así como lo es nuestro obrar para la sociedad. Bien lo dice Pedro “¿Y quién es aquel que os podrá hacer daño, si vosotros seguís el bien? (1 P. 3:13)” No deberíamos ser perseguidos por seguir lo bueno y por causa de la justicia, pero, como dice Juan Calvino: “la suerte ordinaria de los cristianos ser odiados por la mayoría de los hombres: porque la carne no puede soportar la doctrina del Evangelio; nadie puede soportar que sus vicios sean reprendidos.” Porqué no recordar a Juan el Bautista cuando confrontó el pecado de Herodes (Mt. 14:4)
Los impíos progresan, no tienen problemas, incluso están sanos, mientras que los justos son perseguidos, se encuentran con dificultades e incluso lloran. La razón de tal situación es la consecuencia de la propia vida del creyente, contraria a la del mundo y, por tanto, contraria al mundo mismo. El cristiano no es distinto del mundo, es contrario al mundo. Es debido a la vida en agrado al Señor que queremos vivir que el mundo nos aborrece, si fuera lo contrario nos amaría (Jn 15:19).
¿Cuál es el galardón por sufrir haciendo justo? El sufrimiento por causa de la justicia es la mayor evidencia de que son del reino de Dios. Por más injusto que parezca, así es la reacción del mundo cuando se les hace notar su pecado. Jesús estuvo haciendo bienes (Hch 10:38) pero aún así decidieron darle muerte (Hch 10:39). Hay muchos ejemplos de hijos de Dios que sufrieron por causa de la justicia (Heb 11:36-38).
Los sufrimientos van produciendo en cada uno de los que sufren por causa de la justicia, un cada vez más excelente y eterno peso de gloria (2 Co 4:17). El aliento en medio de las pruebas se experimenta viendo al final el momento en que el perseguido reine con el Señor (2 Ti. 3:12).
Seréis Perfectos, Mateo 5:1–48 LAS CAUSAS DE LA PERSECUCIÓN (v. 10)

Es bueno tener hambre y sed de justicia; pero también conviene saber que, si los tenemos, podemos padecer persecución.

III. Seguidor fiel (11-12)

Todos dirían: “¿Cómo puedes seguir a alguien cuando todo lo que te ha dado es vituperio y persecución?” Lo cierto es que, como dijo Pablo: Todo el sufrimiento produce gloria eterna teniendo en mente las cosas eternas del Señor (2 Co. 4:15-18) Las promesas del Señor no son bienestar social, económico u otra clase de promesa, no. La promesa es, serás del reino del los cielos, serás consolado, recibirás la tierra por heredad, verás la justicia plena en la tierra y serás saciado, alcanzarás misericordia, verás a Dios y por último, tu galardón es grande en los cielos.
Por causa del Señor, por causa de ser como él, amar como él, servir como él, vivir como él, seremos vituperados y perseguidos. El vituperio es decir mal de una persona con ánimo de desprestigiarla, considerándola como viciosa o indigna. La persecución es aquella que se realiza porque un santo de Dios está en un ambiente contrario a Cristo. La calumnia mentirosa es aquella que acusa al cristiano de cosas que nunca ha cometido. Los sufrimientos por causa de Cristo pueden adquirir muy diversas formas, sólo observemos la vida de Pablo (2 Co. 6:5-10; 11:23-28).
El Señor dice “Gozaos y alegraos” no por el sufrimiento, sino por la puerta que esta abre, la gloriosa presencia del Señor. Una vida perdurable en donde recibirá todas las recompensas por su fidelidad esperan después de la muerte a todos aquellos que se identificaron con Cristo en los sufrimientos. El Señor dijo: “Se fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de victoria (Ap. 2:10)
Seréis Perfectos, Mateo 5:1–48 LA BIENAVENTURANZA (v. 12)

Esta combinación de verbos es especialmente enfática. Sugiere aquella especie de arrebato de alegría que desborda el alma y se manifiesta en regocijo después de los látigos (Hechos 5:40–41) o en canto en la cárcel (Hechos 16:25). Es el gozo de haber sido tenido por digno de compartir el padecimiento de Cristo. Es el gozo inefable y glorioso que Abraham recibió al contemplar el día de Cristo (Juan 8:56), que David experimentó al saber que Jehová estaba a su diestra (Hechos 2:26), que surge en el corazón del creyente al ver, por la fe, la gloria de Cristo (1 Pedro 1:8) y que anticipa la gran alegría del día final: Regocijémonos y alegrémonos, y démosle a él la gloria, porque las bodas del Cordero han llegado y su esposa se ha preparado (Apocalipsis 19:7).

Aplicaciones

¿Cuál es el carácter que estás mostrando en esta vida que el Señor te permite tener?
Pobre en espíritu
Llora por el pecado
Manso
Con hambre y sed de justicia
Misericordioso
De limpio corazón
Pacificador
Buscador de lo justo
Seguidor fiel
Las promesas si vives como Bienaventurado son: La promesa es, serás del reino del los cielos, serás consolado, recibirás la tierra por heredad, verás la justicia plena en la tierra y serás saciado, alcanzarás misericordia, verás a Dios y por último, tu galardón es grande en los cielos.
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