Cambios para vivir a otro nivel

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I. Lo que hay que dejar atrás

¿Hace falta cambiar en esta vida? Considera seriamente esta pregunta y analízala personalmente. ¿Hay algo en lo que necesitas cambiar?
Todos somos variables de alguna manera. A medida que vivimos van cambiando nuestras tendencias, nuestros gustos, nuestras preferencias. Vamos aprendiendo nuevas destrezas y las nuevas experiencias nos abren nuevos panoramas, nos llenan de nueva información que utilizamos para reprogramar nuestra vida.
El problema es que no siempre nos reprogramamos para bien. Somos influenciados por cada conversación, por lo que nos enteramos que sucede con otras personas, por la información que encontramos en internet y otros medios de comunicación, por las tendencias, las modas, el ejemplo de la vida de otros. Pero otra vez, no todos los cambios son para bien.
¿Qué nos puede proporcionar un buen cambio?
La inmensa mayoría de los que hemos creído en Jesucristo podemos dar testimonio de que hemos sido transformados más allá de lo que nos hubiéramos propuesto. Jesús cambia a las personas para bien. Jesús nos lleva a parecernos cada vez más a Él. Los cambios que Jesús produce en la vida son todos para bien. Ser cristiano es mucho más que una inclinación ideológica o una cuestión de estar de acuerdo con ciertas posiciones políticas. Ser cristiano, ser discípulo de Jesús, tiene que ver con experimentar un cambio, profundo y poderoso, que nos transforma en personas que viven a otro nivel, al nivel de Jesús, al nivel para el que Dios nos creó.
Lo que debemos tener en cuenta como cristianos es que la transformación no se produce “automáticamente”, sino que somos nosotros, los hijos de Dios, los que hemos creído en Jesús, que tenemos que tomar decisiones.
Colosenses 3:5–11 RVR60
5 Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría;6 cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia,7 en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas.8 Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca.9 No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos,10 y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno,11 donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos.
Colosenses 3:5–11 NVI
5 Por tanto, hagan morir todo lo que es propio de la naturaleza terrenal: inmoralidad sexual, impureza, bajas pasiones, malos deseos y avaricia, la cual es idolatría. 6 Por estas cosas viene el castigo de Dios. 7 Ustedes las practicaron en otro tiempo, cuando vivían en ellas. 8 Pero ahora abandonen también todo esto: enojo, ira, malicia, calumnia y lenguaje obsceno. 9 Dejen de mentirse unos a otros, ahora que se han quitado el ropaje de la vieja naturaleza con sus vicios, 10 y se han puesto el de la nueva naturaleza, que se va renovando en conocimiento a imagen de su Creador. 11 En esta nueva naturaleza no hay griego ni judío, circunciso ni incircunciso, culto ni inculto, esclavo ni libre, sino que Cristo es todo y está en todos.
Colosenses 3:5–11 NTV
5 Así que hagan morir las cosas pecaminosas y terrenales que acechan dentro de ustedes. No tengan nada que ver con la inmoralidad sexual, la impureza, las bajas pasiones y los malos deseos. No sean avaros, pues la persona avara es idólatra porque adora las cosas de este mundo. 6 A causa de esos pecados, viene la furia de Dios. 7 Ustedes solían hacer esas cosas cuando su vida aún formaba parte de este mundo; 8 pero ahora es el momento de eliminar el enojo, la furia, el comportamiento malicioso, la calumnia y el lenguaje sucio. 9 No se mientan unos a otros, porque ustedes ya se han quitado la vieja naturaleza pecaminosa y todos sus actos perversos. 10 Vístanse con la nueva naturaleza y se renovarán a medida que aprendan a conocer a su Creador y se parezcan más a él. 11 En esta vida nueva, no importa si uno es judío o gentil, si está o no circuncidado, si es inculto, incivilizado, esclavo o libre. Cristo es lo único que importa, y él vive en todos nosotros.
Colosenses 3:5–11 NBLA
5 Por tanto, consideren los miembros de su cuerpo terrenal como muertos a la fornicación, la impureza, las pasiones, los malos deseos y la avaricia, que es idolatría. 6 Pues la ira de Dios vendrá sobre los hijos de desobediencia por causa de estas cosas, 7 en las cuales ustedes también anduvieron en otro tiempo cuando vivían en ellas. 8 Pero ahora desechen también todo esto: ira, enojo, malicia, insultos, lenguaje ofensivo de su boca. 9 Dejen de mentirse los unos a los otros, puesto que han desechado al viejo hombre con sus malos hábitos, 10 y se han vestido del nuevo hombre, el cual se va renovando hacia un verdadero conocimiento, conforme a la imagen de Aquel que lo creó. 11 En esta renovación no hay distinción entre griego y judío, circunciso e incircunciso, bárbaro, Escita, esclavo o libre, sino que Cristo es todo, y en todos.
Considera cuidadosamente este pasaje, en el que aprendemos la enseñanza de Dios, conforme a lo que el Espíritu Santo le inspiró al apóstol Pablo, en cuanto a los cambios que necesitamos en nuestro estilo de vida.
El titular es muy elocuente:
Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros:...
Recordemos que estas palabras vienen a continuación de la exhortación a vivir con la mirada puesta en -- con el interés y la atención dedicados a -- las cosas de arriba, las cosas espirituales, lo que tiene que ver con nuestro destino espiritual. No olvidemos que el versículo 3 ya dice que los que hemos creído en Jesús hemos muerto, pero que esa muerte no implica nuestro exterminio sino la realidad de nuestra vida escondida con Cristo en Dios. Pablo está desplegando la enseñanza de que tenemos una nueva vida (2 Corintios 5:17), y nos quiere animar a practicarla.
Hay aspectos de nuestra vida que tenemos que “hacer morir”. ¿Cómo te suena esto a ti, personalmente? ¿Hay aspectos de tu vida que tienes que “hacer morir”? Es una referencia a despedirse de ciertas acciones, actitudes o comportamientos que ya no tienen que volver a presentarse en tu vida.
¿Qué es lo que tiene que morir en nosotros? Lo terrenal. Hay cierto estilo de vida que refleja la condición humana caída, un eco de aquella mala decisión tomada por Adán y Eva en el Jardín del Edén. Los que hemos creído en Jesús nos dedicamos a “romper la tradición”, a cortar la línea de decaimiento y corrupción que hemos heredado y que sin Jesús ha corrido por nuestras venas. ¡Ya no más!
Ahora, presta atención a la lista negra, la enumeración de las obras terrenales, carnales, que encienden la ira de Dios:
fornicación
impureza
pasiones desordenadas
malos deseos
avaricia, que es idolatría
Considera que esta es una lista primaria, todavía incompleta. Estas son referencias a impulsos que nos suelen mover, sentimientos y pasiones que se despiertan en nuestro interior, generando atracción hacia acciones que no nos debemos permitir. Vuelve a considerar esta lista, teniendo en cuenta que estas son las cosas que ya tienen que abandonar el uso de tus miembros y la habitación de tu corazón.
Además, considera la severa advertencia que acompaña esta lista. Estas son...
...cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia, en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo, cuando vivíais en ellas.
Seguramente sabes que no es bueno que alguien esté enojado contigo. Multiplica eso indefinidamente cuando ese alguien es Dios mismo. La peor posición para cualquier persona es la de estar expuesta a la ira de Dios. Sin embargo, de acuerdo a su comportamiento y la manera en que se dejan llevar por estas pasiones, la mayoría de las personas son objeto de la ira de Dios. Es más, este pasaje nos deja bien claro que no somos mejores que otros, porque nosotros mismos hemos estado allí. Cualquier persona sin Cristo, por mejor que se vea, viviendo su vida a su manera, termina siendo objeto de la ira de Dios por su comportamiento y actitudes.
Antes vivías en eso. ¡Ya basta! No alcanza con que sepas lo que está mal. Tienes que declarar la defunción de todo eso en tu vida.
Pero hay más. Hay una extensión de la lista, bajo la orden de que también dejemos estas cosas:
enojo
malicia
blasfemia
palabras deshonestas de vuestra boca
mentira
No se trata de que estos pecados sean “menores” que los otros. No hay pecados más grandes y más pequeños (aunque los seres humanos hemos tratado y tratamos de clasificarlos así). A veces solo queremos compararnos con otros y justificarnos opinando que lo que hemos hecho nosotros no es tan malo como lo que otros han hecho o están haciendo. No. Excusa no válida.
Acepta la exhortación de Dios. Tu enojo te puede exponer a la ira de Dios. Tus blasfemias pueden alejarte de la voluntad de Dios. Tus mentiras pueden impedir que vivias conforme a la voluntad de Dios.
Los hijos de Dios hemos experimentado un cambio de vestimenta.
...habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo...
Esta es nuestra realidad en Cristo. En Cristo Jesús hemos dejado atrás todo un estilo de vida corrupto, esclavizado al pecado, y hemos sido cubiertos por una nueva naturaleza (2 Corintios 5:17). Observa que a los cristianos se les habla de esto en pasado. Esto es algo que ocurrió en aquel momento especial y grandioso en que comprendimos que solamente hay salvación en Jesús y le recibimos como Señor y Salvador. Estás siendo invitado a vivir conforme a tu nueva naturaleza.
Pero ten en cuenta que esto sigue siendo un proceso de renovación:
...el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno,...
Los hijos de Dios se van renovando. Tal vez tendrías que decírtelo a ti mismo: “Me estoy renovando”. ¿Cómo? Conforme a la imagen del que nos creó. ¿Entiendes lo que quiere decir esto? Dios no solamente quiere que nos parezcamos cada vez más a Él sino que lo está haciendo, está obrando para que así seamos. Estamos en un proceso de transformación para ser cada vez más como nuestro Creador. Lo normal en la vida del cristiano es que vayamos cambiando para parecernos cada vez más a Dios. Esta es una transición que se va dando día tras día, en cada situación que enfrentamos. La idea es que llegues a sorprenderte de ver más actitudes celestiales y divinas en tu propia vida.
Y hay un bono.
...donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircucisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos.
¿Sabes cuál es una de las actitudes nocivas que Dios quita de nuestras vidas en nuestro proceso de santificación? ¡La comparación! ¡Eso es lo que dice allí!
Es asombroso como en nuestra vida, casi todo el tiempo, nos estamos midiendo y comparando con los demás: que si gana más que yo, que si es más guapo o bonita, que si obtuvo una mejor calificación o fue más rápido, que si su respuesta fue mejor o no… ¡Ya basta! Dios nos llamó a formarte de su pueblo, la comunidad de sus hijos, donde ya no hay diferencias. No hay americanos e hispanos, blancos y negros, demócratas y republicanos, progresistas y conservadores. ¡No! Hemos sido llamados a ser no, sin importar nuestros orígenes, nuestras tradiciones, nuestras costumbres heredadas.
Hay mucho que dejar morir en la práctica en nuestras vidas. Hay todo un proceso de crecimiento en el que estamos involucrados, y una nueva unidad de la que formamos parte.

II. Lo que hay que elegir vivir

¿Qué tienes puesto? ¿Cómo te vistes? Generalmente nos vestimos de acuerdo al acontecimiento. No te pones lo mismo para ir a presenciar un evento deportivo en el estadio que para aistir a una boda o un funeral. Nuestra vestimenta tiene un contenido de comunicación, expresando nuestro respeto, la manera en que acompañamos ciertos eventos y aún nuestro sentido del humor.
La pregunta aquí es, ¿cómo nos vestimos para una vida en la que Jesucristo es nuestro Señor? ¿Cómo se viste uno para una vida habitada por el Espíritu Santo de Dios?
Colosenses 3:12–13 RVR60
12 Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; 13 soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.
Colosenses 3:12–13 NVI
12 Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia, 13 de modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes.
Colosenses 3:12–13 NTV
12 Dado que Dios los eligió para que sean su pueblo santo y amado por él, ustedes tienen que vestirse de tierna compasión, bondad, humildad, gentileza y paciencia. 13 Sean comprensivos con las faltas de los demás y perdonen a todo el que los ofenda. Recuerden que el Señor los perdonó a ustedes, así que ustedes deben perdonar a otros.
Colosenses 3:12–13 NBLA
12 Entonces, ustedes como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de tierna compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia; 13 soportándose unos a otros y perdonándose unos a otros, si alguien tiene queja contra otro. Como Cristo los perdonó, así también háganlo ustedes.
En los versículos anteriores se nos enseña de qué debemos despojarnos, proporcionándonos dos listas de inconvenientes y sobrecarga que tenemos que descartar definitivamente de nuestras vidas. De aquello nos desvestimos, es lo que nos quitamos. Aquí se nos va a indicar qué actitudes y acciones tienen que ocupar el lugar de lo que extirpamos de nuestras vidas.
Como ha sucedido en los versículos que hemos venido estudiando, estos también cuentan con un titular, y resulta muy revelador e interesante.
Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados...
Sí, el apóstol, inspirado por el Espíritu Santo, va a indicarnos qué es lo que tiene que substituir las obras de la carne en nuestras vidas. Pero al hacerlo, hace una descripción llena de revelación de Dios en cuanto a nuestra identidad.

1. Nuestra nueva identidad

¿Quiénes somos ante los ojos de Dios? ¿En quienes nos convertimos al creer en Jesús, recibiéndolo como nuestro Señor y Salvador? Presta atención a esta corta lista, porque si has creído en Jesús y caminas con Él, este es quien tú eres:
Escogidos de Dios. ¿Haz sido elegido alguna vez? Es algo que nos puede hacer sentir muy especiales, muy bien. Los que estamos casados hemos sido escogidos. El mundo está lleno de personas, y nuestra pareja nos eligió a nosotros entre todos, y eso nos convierte en personas muy especiales para ellos. Pero esto es todavía mucho más que eso: somos escogidos de Dios. Dios ha elegido a aquellas personas que no rechazan a su Hijo, a los que le reciben, a los que creen en Él, a los que eligen caminar con Él y ser sus discípulos. Deja que tu corazón se sumerja en esta realidad: por haber creído en Jesús, eres un escogido de Dios. Hay muchas personas en el mundo, pero tú eres parte de esta excelsa minoría, uno de los escogidos de Dios, uno de sus hijos, integrante de su pueblo, miembro de su iglesia. Dios te mira y sonríe: eres uno de los suyos.
Santos. En Cristo Jesús eres uno de ellos. Los santos no son personas fallecidas que interceden por los vivos. No, son los hijos de Dios, aquellos que atraviesan esta existencia terrenal de la mano de Jesús. Dios nos acab a de decir que somos sus escogidos, y la palabra santo tiene un poco del mismo significado. Los santos son los apartados, separados de los demás, dedicados para el servicio especial de Dios y la relación con Él. Eres santo, por la gloriosa obra de Jesús en la cruz, y tienes que vivir como tal.
Amados. Por haber creído en Jesús, eres un ἀγαπάω. ¿Recuerdas aquella conversación entre Jesús y Simón Pedro? Jesús merece ser nuestro amado, con todas las letras, con opción al sacrificio por Él, y aquí Él nos está diciendo que los que creemos en Él somos sus amados. Sí, es cierto, Dios nos ama a todos, ama al mundo, pero ama especialmente a los que están en Cristo. ¿Estás tú en Cristo Jesús?
Deléitate en esta definición de tu identidad en Cristo: eres escogido de Dios, santo y amado.

2. Nuestras nuevas actitudes

Entonces, dado que somos así, escogidos de Dios, santos y amados, tenemos que desarrollar una vida conforme a la dignidad de esa situación. No podemos andar por la vida como cualquier hijo de vecino, sino que tenemos que desplazarnos con la dignidad que exige nuestra investidura como hijos de Dios. Para eso está esta lista de actitude y acciones que deben sustituir las malas acciones de nuestra carne.
entrañable misericordia
benignidad
humildad
mansedumbre
paciencia
soportandonos
perdonándonos
Si prestas atención a estas cualidades podrás observar que son las que definen a Dios. Sí, Dios es así, y así es que nos trata a nosotros. Son las actitudes que el Hijo de Dios puso de manifiesto durante su vida terrenal y ministerio.
En esta lista, también, hay un énfasis particular en la paciencia, agregando que implica que tengamos que soportarnos. ¡Por favor, sopórtame, aunque no te caiga bien! Esto va más allá de la afinidad que podamos tener con las personas. Como hijos de Dios debemos soportarnos los unos a los otros. La Palabra del Señor anticipa que algunas veces nos vamos a lastimar, vamos a fallar en nuestro compromiso unos con otros, y nos exhorta que nos perdonemos (y agrega que esto si aplica si alguno tuviera queja contra otro). ¿Tú hermano o hermana en la fe te ha fallado de alguna manera? ¡Disponte a perdonar, a restaurar! ¡No salgas corriendo en sentido contrario, eludiendo tu relación con otro hijo de Dios! ¿Necesitas más? De la manera en que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. No sé si caben más palabras. ¿Cómo podría yo perdonar al nivel de como Jesús me perdonó a mí? ¡Por obra y gracia del Espíritu Santo que Él puso en mí al creer en Él! Soporta, perdona, ten paciencia.

3. Los esenciales

la lista de actitudes que ponen de manifiesto a los hijos de Dios, necesitamos agregar estas condiciones vitales.
Colosenses 3:14–17 RVR60
14 Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. 15 Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos. 16 La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales. 17 Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
Colosenses 3:14–17 NVI
14 Por encima de todo, vístanse de amor, que es el vínculo perfecto. 15 Que gobierne en sus corazones la paz de Cristo, a la cual fueron llamados en un solo cuerpo. Y sean agradecidos. 16 Que habite en ustedes la palabra de Cristo con toda su riqueza: instrúyanse y aconséjense unos a otros con toda sabiduría; canten salmos, himnos y canciones espirituales a Dios, con gratitud de corazón. 17 Y todo lo que hagan, de palabra o de obra, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por medio de él.
Colosenses 3:14–17 NTV
14 Sobre todo, vístanse de amor, lo cual nos une a todos en perfecta armonía. 15 Y que la paz que viene de Cristo gobierne en sus corazones. Pues, como miembros de un mismo cuerpo, ustedes son llamados a vivir en paz. Y sean siempre agradecidos. 16 Que el mensaje de Cristo, con toda su riqueza, llene sus vidas. Enséñense y aconséjense unos a otros con toda la sabiduría que él da. Canten salmos e himnos y canciones espirituales a Dios con un corazón agradecido. 17 Y todo lo que hagan o digan, háganlo como representantes del Señor Jesús y den gracias a Dios Padre por medio de él.
Colosenses 3:14–17 NBLA
14 Sobre todas estas cosas, vístanse de amor, que es el vínculo de la unidad. 15 Que la paz de Cristo reine en sus corazones, a la cual en verdad fueron llamados en un solo cuerpo; y sean agradecidos. 16 Que la palabra de Cristo habite en abundancia en ustedes, con toda sabiduría enseñándose y amonestándose unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales, cantando a Dios con acción de gracias en sus corazones. 17 Y todo lo que hagan, de palabra o de hecho, háganlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias por medio de Él a Dios el Padre.

a. El amor

En primer lugar, el versículo 14 destaca que en la lista anterior no había aparecido el amor, y que no debe faltar.
Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.
Ahí lo tienes. No apareció en la lista anterior porque es lo que debe estar sobre todas estas cosas, por encima, caracterizando todo lo anterior.
Que el amor caracterice y defina tu vida. Has sido amado con el amor más grande, con ese amor que no se extingue ni envejece. Eso tiene que impulsarte a amar, a que tu vida sea caracterizada por el amor. El amor tiene que estar presente en todo lo que haces y en la manera en que te relaciones con todas las personas.
El apóstol aclara que el amor es el vínculo perfecto, es aquello que mantiene las cosas unidas. Esta exhortación es particularmente dirigida a la relación entre los miembros de la iglesia de Jesucristo: debemos amarnos, debemos ser altamente celosos en mantener la unidad, y para eso debemos aplicar el amor.

b. La paz

Entonces aparece la referencia a la paz.
Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo...
Paz. ¡Vaya si necesitamos paz! ¿Qué haríamos sin ella? Todos necesitamos esa tranquilidad que nos permite dormir tranquilos, aún en medio de las difíciles circunatancias que se nos presentan en la vida. Dios tiene el control, caminamos con Aquel que gobierna sobre todo y a quien jamás le sorprende lo que sucede (como en tantas ocasiones nos sucede a nosotros). El amor es el enlace perfecto con nuestra familia espiritual, y fuimos llamados a la paz en un solo cuerpo. Observa que esta es una nueva referencia a la iglesia, el cuerpo de Cristo, enlazado por el amor y gobernado por la paz de Dios. Fuiste llamado a la paz, es la característica de la vida reconciliada con Dios. Nuestro conflicto con el Padre celestial terminó en el momento en que recibimos a Jesús como nuestro Señor y Salvador. En Jesús escuchamos y recibimos el llamado de Dios a estar en paz. Que ella reine en nuestras vidas y corazones.

c. La Palabra

Aquí estamos hablando de imprescindibles, y entre ellos no puede faltar la Palabra de Dios.
La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñandoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría...
Que no nos falte la Palabra de Cristo. Al contrario, es necesario que more en abundancia en nosotros. ¿Mora en ti la Palabra del Señor? ¿Se manifiesta en tus pensamientos, en tu sentir, en lo que hablas, en tus decisiones? Somos llamados a crecer en el Señor, a desarrollarnos, y la Palabra de Dios es vital para eso. Necesitamos de la Palabra del Señor todos los días de nuestra vida, como nuestro alimento espiritual, como el aire espiritual que respiramos de Dios. Pero ahora observa que, una vez más, aquí está hablando de la iglesia, y nos anima a que la Palabra no falte, de ninguna manera, en nuestras relaciones. Debemos enseñarnos y exhortarnos unos a otros en toda sabiduría. Hablemos la Palabra. Aprendamos la Palabra y compartamos lo que el Señor nos dice. Alentémonos unos a otros con la Palabra. Repitamos las promesas de Dios y exhortémonos a andar como es digno de Dios citando la Palabra. ¿Te das cuenta de lo importante que es que conozcas, aprendas y repitas la Palabra?

d. La alabanza

Eso no es todo. Los cristianos de todas las eras hemos cantado.
...cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales.
¿Entiendes ahora por qué cantamos cuando nos reunimos? Hemos sido invitados a hacerlo, y es una de las maneras en que nos comunicamos con Dios y nos exhortamos los unos a los otros. La música espiritual dirigida a Dios no es simplemente un invento humano. Elevamos nuestras canciones a Dios, declarando sus verdades y afirmándonos en sus promesas por la fe. Sí, la música cristiana también tiene que ser parte de tu vida. Pero no te limites a escucharla: ¡canta! Eleva tu voz, lo mejor que puedas, para adorar a Dios y reconocerle en todo lo que vives.

e. Nuestro servicio permanente

Todos hacemos cosas diferentes, pero hay algo que tiene que ser la constante:
Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios por medio de él.
Sí, hay una regla para todo lo que haces y lo que dices. No es lo mismo dar un consejo a alguien que hacerlo en el nombre del Señor Jesús. No es lo mismo limpiar, caminar, utilizar el teléfono, abrazar a un amigo o lo que hagas, que hacerlo dando gracias a Dios por medio de Jesús. Esto lo cambia todo. Haz menos conforme a tus ideas, tus intenciones, la mejor versión de ti mismo, y haz más, mucho más, en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios por medio de él.
Podemos hacer la diferencia. Podemos ser diferentes. Podemos honrar a Dios y vivir conforme a su voluntad. Para hacerlo hay ciertas cosas que tenemos que dejar atrás, actitudes de las que tenemos que revestirnos, amor, paz, la Palabra, y hacerlo todo para el Señor.
¡Ayúdanos, Jesús, a vivir así!