Una vida de otro mundo

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No nos dejemos influenciar. Vivamos dedicados a agradar a Dios conforme a su plan eterno.

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En la vida hay que estar alerta. No sé si lo has notado, pero es bastante fácil distraerse y dejarse llevar. Estamos rodeados de tendencias, influencias, corrientes sociales y culturales, todas controladas espiritualmente por entidades espirituales bajo la autoridad del príncipe del poder del aire.
Sí, definitivamente tenemos que estar muy alerta, despiertos. Es demasiado fácil dejarse llevar y terminar viviendo de una manera contraria a la voluntad de Dios.
Colosenses 2:16–17 RVR60
16 Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, 17 todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo.
Colosenses 2:16–17 NVI
16 Así que nadie los juzgue a ustedes por lo que comen o beben, o con respecto a días de fiesta religiosa, de luna nueva o de reposo. 17 Todo esto es una sombra de las cosas que están por venir; la realidad se halla en Cristo.
Colosenses 2:16–17 NTV
16 Por lo tanto, no permitan que nadie los condene por lo que comen o beben, o porque no celebran ciertos días santos ni ceremonias por luna nueva ni los días de descanso. 17 Pues esas reglas son sólo sombras de la realidad que vendrá. Y Cristo mismo es esa realidad.
Colosenses 2:16–17 NBLA
16 Por tanto, que nadie se constituya en juez de ustedes con respecto a comida o bebida, o en cuanto a día de fiesta, o luna nueva, o día de reposo, 17 cosas que solo son sombra de lo que ha de venir, pero el cuerpo pertenece a Cristo.
A los colosenses, Pablo les acababa de advertir que no se dejaran engañar. La misma advertencia es válida para nosotros, porque vivimos rodeados de ideologías y propuestas listas para engañarnos si nos dejamos llevar por ellas. Pero ahora Pablo añade otra advertencia a los colosenses, que es válida también para nosotros. No solamente estén atentos para no dejarse engañar, sino también tengan cuidado de los que los juzgan.
Observemos con atención estos versículos.
Por tanto, nadie os juzgue...
¿Juzgarnos? ¿Quién nos juzga? ¿Alguien a nuestro alrededor nos juzga? Presta atención, porque sí, lo hacen.
¿En cuanto a qué juzgaban a los cristianos de Colosas?
Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo...
Aquellos cristianos vivían bajo el escrutinio de quienes los rodeaban, se encontraban bajo la atenta mirada de los demás. Se fijaban en lo que comían o bebían, o en qué hacían con su tiempo libre.
Pero, eso no sucede hoy en día, ¿o sí?
En el caso de los colosenses, Pablo se refiere a los judaizantes, un grupo que seguía una tendencia proveniente del judaísmo, que les aseguraba que si no cumplían con la Ley del Antiguo Testamento no iban a agradar a Dios. En este caso, la influencia se hace más sutil, porque parece tener toda la autoridad de la Palabra de Dios.
Tenemos que estar atentos para discernir cuáles influencias son buenas y cuáles no. Aquellos cristianos recibirían las visitas de estos supuestos líderes, diestros en el conocimiento y el uso de las Escrituras, que les indicarían ciertos “errores” en su estilo de vida. ¡Cuidado con eso! Apliquemos el discernimiento conforme a la obra del Espíritu Santo y apegándonos a la Palabra de Dios.
Los cristianos sí tenemos que prestar atención a nuestro estilo de vida, a cómo vivimos y cuál sea nuestero comportamiento. Pero ya no nos basamos en un cumplimiento frío de lo escrito.
...todo lo cual es sombra de lo que ha de venir, pero el cuerpo es de Cristo.
Toda la revelación que encontramos en la Biblia es importante. Pero tenemos que tener cuidado de leer la Biblia junto a su autor, el Espíritu Santo de Dios, para que nos ayude a interpretar y aplicar correctamente lo que se nos enseña en ella.
El pueblo de Israel recibió la revelación de Dios en la forma de la Ley, y estuvo bien que la aplicaran. La ley determinaba la dieta del pueblo de Dios, e indicaba la celebración de ciertas fiestas solemnes, días especiales. Hasta el día de hoy hay ecos de esto, dentro y fuera del judaísmo.
¿Los cristianos debemos sujetarnos a la misma dieta y celebrar aquellas fiestas solemnes? Ya no. Aquellas enseñanzas bíblicas fueron sombra de lo que ha de venir, anticiparon y comunicaron de alguna manera el plan de Dios y su culminación en la venida de Cristo al mundo para traer la salvación.
Nuestra salvación y nuestro caminar con Dios no dependen ya de nuestra dieta conforme a la revelación levítica ni al cumplimiento de los sábados o las fiestas solemnes. ¿Por qué? Porque Dios ahora ha escrito su ley en nuestros corazones, está en nuestro interior, y conforme a ella debemos vivir.
31He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. 32No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. 33Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. 34Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.,g (Jeremías 31:31-34)
Sí, Dios había anticipado la obra que haría en las vidas de los discípulos de Jesús por medio de su Espíritu Santo.
En realidad, esto nos tiene que hacer todavía más celosos en cuanto a cómo vivimos. Somos portadores de la ley de Dios, y eso nos hace responsables ante Él.
Lo que debemos evitar es dejarnos influenciar por la manera en que otros nos juzguen.
9Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema.
10Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo. (Gálatas 1:9-10)
Es a Dios a quién tenemos que complacer y agradar. ¡Hagámoslo!
Colosenses 2:18–19 RVR60
18 Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad y culto a los ángeles, entremetiéndose en lo que no ha visto, vanamente hinchado por su propia mente carnal, 19 y no asiéndose de la Cabeza, en virtud de quien todo el cuerpo, nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento que da Dios.
Colosenses 2:18–19 NVI
18 No dejen que les prive de esta realidad ninguno de esos que se ufanan en fingir humildad y adoración de ángeles. Los tales hacen alarde de lo que no han visto; y, envanecidos por su razonamiento humano, 19 no se mantienen firmemente unidos a la Cabeza. Por la acción de ésta, todo el cuerpo, sostenido y ajustado mediante las articulaciones y ligamentos, va creciendo como Dios quiere.
Colosenses 2:18–19 NTV
18 No dejen que los condene ninguno de aquellos que insisten en una religiosa abnegación o en el culto a los ángeles, al afirmar que han tenido visiones sobre estas cosas. Su mente pecaminosa los ha llenado de arrogancia 19 y no están unidos a Cristo, la cabeza del cuerpo. Pues él mantiene todo el cuerpo unido con las articulaciones y los ligamentos, el cual va creciendo a medida que Dios lo nutre.
Colosenses 2:18–19 NBLA
18 Nadie los defraude de su premio deleitándose en la humillación de sí mismo y en la adoración de los ángeles, basándose en las visiones que ha visto, envanecido sin causa por su mente carnal, 19 pero no asiéndose a la Cabeza, de la cual todo el cuerpo, nutrido y unido por las coyunturas y ligamentos, crece con un crecimiento que es de Dios.
La nota de advertencia sigue adelante. ¡Seamos cuidadosos!
Más allá de lo que la mayoría percibe, vivimos en medio de una jungla espiritual llena de tensiones. Como Pablo lo advertía en Efesios 6:10, tenemos una lucha que no es contra seres de carne y hueso sino contra entidades espirituales. Por eso, mucho cuidado, porque nuestros verdaderos enemigos no se ven, se esconden, y nos atacan.
No permitas que nadie prive de tu premio espiritual. Se van a presentar personas que van a parecer humildes, van a hablar de cosas espirituales. En el tiemo de Pablo estaban los que hablaban de adorar ángeles. ¡Cuidado! ¡Solo Uno merece toda la adoración, y es nuestro deleite honrarlo!
Hoy en día siguen habiendo personas, que muchas veces visitan las iglesias, que repiten estas características:
Se entremeten en lo que no han visto. Especulan, sacan conclusiones, alientan una espiritualidad que no es conforme a la voluntad de Dios. ¿Hace falta conocer “técnicas” y la oscuridad de la magia negra para representar la autoridad de Jesucristo y oponerse a los principados de maldad? No. No te dejes seducir por esa mentira. No aprendas los caminos de los brujos. Tú asegúrate de conocer a tu Dios por medio de Jesucristo, su Hijo.
Están vanamente hinchados por su propia mente carnal. Dice la NTV: Su mente pecaminosa los ha llenado de arrogancia. Los cristianos no debemos conformarnos con escuchar palabras o enseñanzas que simplemente “suenen bien”. Tenemos que ser celosos de seguir la dirección y la obra del Espíritu Santo conforme a la Palabra de Dios. Algo de lo que debemos cuidarnos es de lo que podríamos llamar “orgullo espiritual”. Uno puede llegar a envanecerse espiritualmente, adquirir una actitud de superioridad espiritual que no nos corresponde. Ese tipo de vanidad fue lo que llevó a la caída de Lucifer en primera instancia, y es justamente lo que debemos evitar.
No se sujetan a Cristo, la Cabeza de la iglesia. Este punto es tremendamente importante, y destaca la importancia de la iglesia en nuestras vidas. Dios, conforme a su eterno plan y su voluntad, quiso salvarnos y hacernos parte de su pueblo, su iglesia. Dios no salva a los creyentes y los deja aislados, viviendo como se les ocurra, distanciados de otros creyentes. Nos asocia, nos conecta. Los hijos de Dios somos como piezas de un poderoso rompecabezas de Dios, y debemos conectarnos unos con otros para servir a nuestro poderoso Salvador. Quienes podrían procurar alejarnos de la voluntad de Dios no se sujetan a la autoridad de Cristo en la iglesia. Dios te ha hecho parte de la iglesia. Aporta tu granito de arena. Sirve como miembro de tu iglesia. Honra a Dios ocupando tu parte en su plan eterno.
El cuerpo de Cristo vibra, se nutre, se une y crece.
Si vamos a ser parte de la obra que Dios está desarrollando hasta llevarnos a su gloria, vamos a ser parte de la iglesia y crecer con ella.
Colosenses 2:20–23 RVR60
20 Pues si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos 21 tales como: No manejes, ni gustes, ni aun toques 22 (en conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que todas se destruyen con el uso? 23 Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne.
Colosenses 2:20–23 NVI
20 Si con Cristo ustedes ya han muerto a los principios de este mundo, ¿por qué, como si todavía pertenecieran al mundo, se someten a preceptos tales como: 21 «No tomes en tus manos, no pruebes, no toques»? 22 Estos preceptos, basados en reglas y enseñanzas humanas, se refieren a cosas que van a desaparecer con el uso. 23 Tienen sin duda apariencia de sabiduría, con su afectada piedad, falsa humildad y severo trato del cuerpo, pero de nada sirven frente a los apetitos de la naturaleza pecaminosa.
Colosenses 2:20–23 NTV
20 Ustedes han muerto con Cristo, y él los ha rescatado de los poderes espirituales de este mundo. Entonces, ¿por qué siguen cumpliendo las reglas del mundo, tales como: 21 «¡No toques esto! ¡No pruebes eso! ¡No te acerques a aquello!»? 22 Esas reglas son simples enseñanzas humanas acerca de cosas que se deterioran con el uso. 23 Podrán parecer sabias porque exigen una gran devoción, una religiosa abnegación y una severa disciplina corporal; pero a una persona no le ofrecen ninguna ayuda para vencer sus malos deseos.
Colosenses 2:20–23 NBLA
20 Si ustedes han muerto con Cristo a los principios elementales del mundo, ¿por qué, como si aún vivieran en el mundo, se someten a preceptos tales como: 21 «no manipules, no gustes, no toques», 22 (todos los cuales se refieren a cosas destinadas a perecer con el uso), según los preceptos y enseñanzas de los hombres? 23 Tales cosas tienen a la verdad, la apariencia de sabiduría en una religión humana, en la humillación de sí mismo y en el trato severo del cuerpo, pero carecen de valor alguno contra los apetitos de la carne.
¡Que Dios nos ayude a enamorarnos de su obra!
¿No es maravilloso detenernos a contemplar la hermosura de un atardecer, la extensión del mar, la belleza de una flor, la perfección de un bebé recién nacido? ¡La obra de Dios es maravillosa, y hacemos bien en deleitarnos en ella y honrar a Dios por su obra perfecta!
De la misma manera, así como nos podemos deleitar en la obra de Dios en un amanecer, tenemos que deleitarnos en la obra de Dios en su iglesia. La iglesia, sí, tu iglesia, esa de la que conoces las imperfecciones y los defectos, también es obra de Dios, digna de respeto y fuente de inspiración para honrarle.
Pero para tener una correcta participación en la obra de Dios en su iglesia, tenemos que ser muy conscientes de nuestra ruptura con el reino que hemos abandonado, el del mundo.
El hijo de Dios ha muerto con Cristo en cuanto a los rudimientos del mundo. Una obra muy poderosa y especial se produjo cuando creímos en Jesús. Al identificarnos con Él, al reconocer que Él ocupó nuestro lugar en la cruz y se llevó nuestros pecados y nuestra culpa, morimos para el mundo, ese reino espiritual en el que vivíamos antes de veniar a Jesús. Fuimos trasladados, cambiados de reino espiritual. Seamos bien conscientes de eso.
Jesús oraba así por nosotros:
14Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 15No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. 16No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 17Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. 18Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. 19Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad. (Juan 17:14-19)
Si quieres, puedes decir que somos extraterrestres. Jesús no se refería a que venimos de otro planeta, sino a que ya no pertenecemos al sistema espiritual del mundo en que vivimos. Es más, ahora este sistema se nos opone, nos rechaza y nos odia así como Él fue rechazado.
Entonces, ya que no somos más del mundo (al que todavía pertenecen la mayoría de las personas que conocemos, quienes viven bajo el dominio espiritual del mundo), ¿por qué nos seguiríamos dejando controlar por los principios del mundo?
De acuerdo a lo que Pablo dice, ya no vivimos en el mundo. Entonces, dado que ya no vives en el mundo, no te dejes regir por sus reglas. En el mundo las personas se conducen según órdenes y mandatos externos (No manejes, ni gustes, ni aun toques), pero como dice Pablo esto tiene dos defectos:
Son costumbres que acompañan mandamientos y doctrinas de hombres, No se ajustan a la voluntad de Dios.
Se destruyen con el uso. No son permanentes ni producen resultados espirituales positivos.
El propio Pablo dice que estas cosas se pueden ver bien y tener cierta reputación, pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne. Alimentan las apariencias, cubren de religión y hacen parecer bien, pero en el fondo nada ha cambiado, la corrupción humana sigue adelante.
No, los hijos de Dios necesitamos y tenemos más que eso. La obra del Espíritu de Dios en nosotros va mucho más allá de esas limitadas falsificaciones espirituales que fluyen constantemente en el mundo en que vivimos.
Busquemos a Dios. Edifiquémonos siendo parte de la iglesia y reconociendo que hemos dejado atrás el mundo, hemos cambiado de ciudadanía, y hoy tenemos acceso al trono del Todopoderoso y le servimos.