El poderoso milagro de la salvación

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Cuando una persona cree en Jesús, Dios le transforma de una manera maravillosa

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Mateo 18:23–35 RVR60
23 Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos.24 Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos.25 A éste, como no pudo pagar, ordenó su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que se le pagase la deuda.26 Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.27 El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda.28 Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes.29 Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.30 Mas él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda.31 Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado.32 Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste.33 ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?34 Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía.35 Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.
Mateo 18:23–35 NVI
23 »Por eso el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. 24 Al comenzar a hacerlo, se le presentó uno que le debía miles y miles de monedas de oro. 25 Como él no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, a su esposa y a sus hijos, y todo lo que tenía, para así saldar la deuda. 26 El siervo se postró delante de él. “Tenga paciencia conmigo—le rogó—, y se lo pagaré todo.” 27 El señor se compadeció de su siervo, le perdonó la deuda y lo dejó en libertad. 28 »Al salir, aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros que le debía cien monedas de plata. Lo agarró por el cuello y comenzó a estrangularlo. “¡Págame lo que me debes!”, le exigió. 29 Su compañero se postró delante de él. “Ten paciencia conmigo—le rogó—, y te lo pagaré.” 30 Pero él se negó. Más bien fue y lo hizo meter en la cárcel hasta que pagara la deuda. 31 Cuando los demás siervos vieron lo ocurrido, se entristecieron mucho y fueron a contarle a su señor todo lo que había sucedido. 32 Entonces el señor mandó llamar al siervo. “¡Siervo malvado!—le increpó—. Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste. 33 ¿No debías tú también haberte compadecido de tu compañero, así como yo me compadecí de ti?” 34 Y enojado, su señor lo entregó a los carceleros para que lo torturaran hasta que pagara todo lo que debía. 35 »Así también mi Padre celestial los tratará a ustedes, a menos que cada uno perdone de corazón a su hermano.
Mateo 18:23–35 NTV
23 »Por lo tanto, el reino del cielo se puede comparar a un rey que decidió poner al día las cuentas con los siervos que le habían pedido prestado dinero. 24 En el proceso, le trajeron a uno de sus deudores que le debía millones de monedas de plata. 25 No podía pagar, así que su amo ordenó que lo vendieran —junto con su esposa, sus hijos y todo lo que poseía— para pagar la deuda. 26 »El hombre cayó de rodillas ante su amo y le suplicó: “Por favor, tenme paciencia y te lo pagaré todo”. 27 Entonces el amo sintió mucha lástima por él, y lo liberó y le perdonó la deuda. 28 »Pero cuando el hombre salió de la presencia del rey, fue a buscar a un compañero, también siervo, que le debía unos pocos miles de monedas de plata. Lo tomó del cuello y le exigió que le pagara de inmediato. 29 »El compañero cayó de rodillas ante él y le rogó que le diera un poco más de tiempo. “Ten paciencia conmigo, y yo te pagaré”, le suplicó. 30 Pero el acreedor no estaba dispuesto a esperar. Hizo arrestar al hombre y lo puso en prisión hasta que pagara toda la deuda. 31 »Cuando algunos de los otros siervos vieron eso, se disgustaron mucho. Fueron ante el rey y le contaron todo lo que había sucedido. 32 Entonces el rey llamó al hombre al que había perdonado y le dijo: “¡Siervo malvado! Te perdoné esa tremenda deuda porque me lo rogaste. 33 ¿No deberías haber tenido compasión de tu compañero así como yo tuve compasión de ti?”. 34 Entonces el rey, enojado, envió al hombre a la prisión para que lo torturaran hasta que pagara toda la deuda. 35 »Eso es lo que les hará mi Padre celestial a ustedes si se niegan a perdonar de corazón a sus hermanos.
Mateo 18:23–35 NBLA
23 »Por eso, el reino de los cielos puede compararse a cierto rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. 24 »Al comenzar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debía 10,000 talentos (216 toneladas de plata). 25 »Pero no teniendo él con qué pagar, su señor ordenó que lo vendieran, junto con su mujer e hijos y todo cuanto poseía, y así pagara la deuda. 26 »Entonces el siervo cayó postrado ante él, diciendo: “Tenga paciencia conmigo y todo se lo pagaré”. 27 »Y el señor de aquel siervo tuvo compasión, lo soltó y le perdonó la deuda. 28 »Pero al salir aquel siervo, encontró a uno de sus consiervos que le debía 100 denarios, y echándole mano, lo ahogaba, diciendo: “Paga lo que debes”. 29 »Entonces su consiervo, cayendo a sus pies, le suplicaba: “Ten paciencia conmigo y te pagaré”. 30 »Sin embargo, él no quiso, sino que fue y lo echó en la cárcel hasta que pagara lo que debía. 31 »Así que cuando sus consiervos vieron lo que había pasado, se entristecieron mucho, y fueron y contaron a su señor todo lo que había sucedido. 32 »Entonces, llamando al siervo, su señor le dijo*: “Siervo malvado, te perdoné toda aquella deuda porque me suplicaste. 33 ”¿No deberías tú también haberte compadecido de tu consiervo, así como yo me compadecí de ti?”. 34 »Y enfurecido su señor, lo entregó a los verdugos hasta que pagara todo lo que le debía. 35 »Así también Mi Padre celestial hará con ustedes, si no perdonan de corazón cada uno a su hermano».
¿Qué es lo que está mal en esta historia? Hay algo extraño con respecto al primer deudor. Acaba de salir de una audiencia con su principal acreedor, portador de una deuda que jamás nunca hubiera podido pagar en toda su vida, y este, conmovido por su situación decidió perdonarle, anular la deuda, eliminar los documentos, declararlo libre de deuda. Sin embargo, este hombre sale del momento de mayor liberación de su vida y encuentra a otro que le debe una cantidad insignificante (en comparación) y lo presiona, lo ahoga, lo presiona y termina convirtiendo su vida en un infierno.
¿Qué está mal?
¡Que las acciones del primer deudor no condicen con la experiencia de liberación que acaba de tener!
No voy a concentrar el foco de la enseñanza en el perdón, pero quiero que razonemos en cuanto a esto, que nos puede pasar si no prestamos atención.
¿Has venido a Jesús realmente o te has quedado solamente con la fachada de la religión? La religión es una triste falsificación sin valor de lo que realmente tiene que ser la vida de un hijo de Dios.
Cuando uno viene a Jesús, Dios transforma su vida, y eso se refleja en cada uno de sus aspectos: sentimientos, pensamientos, relaciones, actitudes, y todo lo demás.
El enemigo de nuestras almas, el que siembra la cizaña para que se mezcle con el trigo, ha querido vender su pobre falsificación donde Dios quiere que abunde la vida y la gracia.
Por eso, no te dejes engañar.
Presta mucha atención a lo que escuchas y lo que crees. De eso depende tu vida.
Vivimos en un mundo caído y alejado de Dios en el que abundan los falsos maestros, de los que tenemos que cuidarnos.
No me voy a poner a detallar las falsas enseñanzas que abundan a nuestro alrededor. En lugar de eso voy a partir de otro principio: LA MEJOR MANERA DE EVITAR CAER EN EL ERROR CONSISTE EN CONOCER BIEN LA VERDAD. Lo que quiero decir con esto es que para no equivocarnos no hace falta conocer al detalle las menbtiras que se dicen sino dedicarse a conocer bien la verdad.
¿En qué crees? ¿En qué se apoya tu vida?
Las consecuencias de un error en cuanto a nuestras convicciones más profundas podrían ser devastadoras. Así que asegurémonos de lo que creemos.
Colosenses 2:8–15 RVR60
8 Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.9 Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad,10 y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad.11 En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo;12 sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.13 Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados,14 anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz,15 y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.
Colosenses 2:8–15 NVI
8 Cuídense de que nadie los cautive con la vana y engañosa filosofía que sigue tradiciones humanas, la que está de acuerdo con los principios de este mundo y no conforme a Cristo. 9 Toda la plenitud de la divinidad habita en forma corporal en Cristo; 10 y en él, que es la cabeza de todo poder y autoridad, ustedes han recibido esa plenitud. 11 Además, en él fueron circuncidados, no por mano humana sino con la circuncisión que consiste en despojarse del cuerpo pecaminoso. Esta circuncisión la efectuó Cristo. 12 Ustedes la recibieron al ser sepultados con él en el bautismo. En él también fueron resucitados mediante la fe en el poder de Dios, quien lo resucitó de entre los muertos. 13 Antes de recibir esa circuncisión, ustedes estaban muertos en sus pecados. Sin embargo, Dios nos dio vida en unión con Cristo, al perdonarnos todos los pecados 14 y anular la deuda que teníamos pendiente por los requisitos de la ley. Él anuló esa deuda que nos era adversa, clavándola en la cruz. 15 Desarmó a los poderes y a las potestades, y por medio de Cristo los humilló en público al exhibirlos en su desfile triunfal.
Colosenses 2:8–15 NTV
8 No permitan que nadie los atrape con filosofías huecas y disparates elocuentes, que nacen del pensamiento humano y de los poderes espirituales de este mundo y no de Cristo. 9 Pues en Cristo habita toda la plenitud de Dios en un cuerpo humano. 10 De modo que ustedes también están completos mediante la unión con Cristo, quien es la cabeza de todo gobernante y toda autoridad. 11 Cuando ustedes llegaron a Cristo, fueron «circuncidados», pero no mediante un procedimiento corporal. Cristo llevó a cabo una circuncisión espiritual, es decir, les quitó la naturaleza pecaminosa. 12 Pues ustedes fueron sepultados con Cristo cuando se bautizaron. Y con él también fueron resucitados para vivir una vida nueva, debido a que confiaron en el gran poder de Dios, quien levantó a Cristo de los muertos. 13 Ustedes estaban muertos a causa de sus pecados y porque aún no les habían quitado la naturaleza pecaminosa. Entonces Dios les dio vida con Cristo al perdonar todos nuestros pecados. 14 Él anuló el acta con los cargos que había contra nosotros y la eliminó clavándola en la cruz. 15 De esa manera, desarmó a los gobernantes y a las autoridades espirituales. Los avergonzó públicamente con su victoria sobre ellos en la cruz.
Colosenses 2:8–15 NBLA
8 Miren que nadie los haga cautivos por medio de su filosofía y vanas sutilezas, según la tradición de los hombres, conforme a los principios elementales del mundo y no según Cristo. 9 Porque toda la plenitud de la Deidad reside corporalmente en Él, 10 y ustedes han sido hechos completos en Él, que es la cabeza sobre todo poder y autoridad. 11 También en Él ustedes fueron circuncidados con una circuncisión no hecha por manos, al quitar el cuerpo de la carne mediante la circuncisión de Cristo; 12 habiendo sido sepultados con Él en el bautismo, en el cual también han resucitado con Él por la fe en la acción del poder de Dios, que lo resucitó de entre los muertos. 13 Y cuando ustedes estaban muertos en sus delitos y en la incircuncisión de su carne, Dios les dio vida juntamente con Cristo, habiéndonos perdonado todos los delitos, 14 habiendo cancelado el documento de deuda que consistía en decretos contra nosotros y que nos era adverso, y lo ha quitado de en medio, clavándolo en la cruz. 15 Y habiendo despojado a los poderes y autoridades, hizo de ellos un espectáculo público, triunfando sobre ellos por medio de Él.
Cuando Pablo le escribió a los colosenses sabía que habían estado expuestos a los falsos maestros. Sí, tan temprano en la historia, enseñanzas con apariencia de espiritualidad y apoyo bíblico ya estaban atacando a la iglesia, tal como sucede en nuestro tiempo. Por un lado podemos darle gracias a Dios que así fue, porque debido a eso contamos con el material bíblico inspirado por el Espíritu Santo que nos ayuda a combatir el error, aun siendo que vivimos mucho después de que aquellos cristianos lucharan contra él.
¿Cómo intenta engañarnos nuestro enemigo espiritual?
Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.
Vas a ser invitado a desviarte, a abandonar el buen camino. Estas palabras de Pablo son un llamado a ponernos en guardia contra todo lo que quiera empujarnos alejándonos de Jesús.
¿Cómo se produce el ataque? ...por medio de filosofías y huecas sutilezas.... Vas a escuchar argumentos, ideas, propuestas. Muchas de ellas van a sonar bien, bíblicas, espirituales, correctas…
Aquellos cristianos de la ciudad de Colosas habían recibido la visita de “maestros” que conocían muy bien la tradición judía. Les habían venido a enseñar que la enseñanza que habían recibido en cuanto al camino de la salvación estaba incompleta, que necesitaban hacer más cosas para ser salvos. Les proporcionaban respaldo bíblico, siendo que conocían bien la Ley y se habían criado aprendiéndola.
Pablo denuncia aquellas enseñanzas como “huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mujndo, y no según Cristo”.
Las enseñanzas que realmente conducen a la salvación y a la vida eterna son siempre según Cristo. Por favor, ¡no te dejes engañar!
Para combatir aquellas enseñanzas equivocadas y engañosas, Pablo presenta aquí un resumen bien claro del evangelio, describiendo la obra que hace Jesús en las vidas de aquellos que creen en Él. Por favor, considera como estas realidades del evangelio se han transformado y se están transformando en realidad práctica para ti.
En él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad… Dicho en pocas palabras: Jesús es Dios. Esta es la base del evangelio y aquello sobre lo que Jesús afirmó que sería edificada su iglesia (nosotros los que creemos). En Jesús no había “una parte” de Dios, “algo” de Dios, o solamente “una inspiración divina”. Lo que Pablo señala aquí es que el Creador del universo, completo y sin excepciones, caminó entre los hombres, se relacionó con ellos y se entregó a morir en la cruz para que los que creemos en Él tengamos vida eterna. Jesús no fue solamente un hombre sabio, una personalidad elevada, un iluminado. Jesús es Dios. Una vez más, podemos recordar a Jesús mirando a los ojos a Felipe y preguntándole: “Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre...” (Juan 14:9). Pablo ya les había hablado de esto en Colosenses 1:15-20). ¿Crees en Jesús? Cree que en Él habita toda la plenitud de Dios.
“...vosotros estáis completos en él...”. Dicho en pocas palabras: si tienes a Jesús, tienes todo lo que necesitas. Deja que Jesús sea una realidad en tu vida, cultiva tu relación con Él y siempre estarás completo, provisto, satisfecho. Es decir, Jesús no es solamente un símbolo para nosotros. No se trata de una oración o dos que nos aprendemos para ir sobrellevando las luchas de la vida. Los que creemos en Jesús pasamos a vivir EN ÉL, y estando EN ÉL no nos falta absolutamente nada. ¿Creíste en Jesús? ¿Abriste tu corazón para que Él entrara en tu vida, para que fuera tu único y suficiente Salvador? ¿Oras a Dios en el nombre de Jesús? No dejes que nadie te diga que necesitas algo más para que tus pecados sean perdonados o para reconciliarte con Dios. En Jesús estamos completos. ¿Necesitas algún otro santo o intercesor? No. ¿Necesitas alguna “técnica espiritual” que te ponga en sintonía con Dios aparte de tu búsqueda diaria en Jesús? De ninguna manera. Estamos completos en Jesús. Aún frente a las luchas y conflictos que enfrentamos en esta vida podemos afirmar con toda confianza que Él es nuestro escudo protector y el proveedor de la paz y el bienestar que necesitamos.
Jesús “es la cabeza de todo principado y potestad...”. Dicho de otra manera: No existe poder ni autoridad por encima de Jesús. Que nadie nos venga a hablar de poderes o dominios espirituales, porque Jesús tiene toda la autoridad. Considera esto seriamente: cuando oras en el nombre de Jesús, estás invocando la máxima autoridad por sobre todo lo que existe. La caída de los ángeles, seres espirituales creados por el propio Dios, se produjo porque Lucero quiso acceder a una posición de poder y autoridad que nunca le perteneció. El diablo puede mostrarse poderoso y amenaante, pero es Jesús quien tiene toda la autoridad. Es humillante reconocer que el Dueño de todo nos abre la puerta de su presencia para que tratemos con Él directamente. ¡Gracias, Jesús, por haber abierto con tu sangre el Camino para que estemos en ti!
“En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo...”. Ahora Pablo va a hablar de lo que hizo y hace Jesús en las vidas de los que se comprometen con Él por la fe. Una vez más, ser cristiano, ser un discípulo de Jesús es muchísimo más que “ir a la iglesia” o aceptar cierta doctrina. Hablamos de que de verdad se produce un cambio profundo, espiritual y práctico a la vez, en cada persona que recibe a Jesús como su Señor y Salvador. ¿De qué está hablando Pablo con esto de la circuncisión? Estaba enfrentando a los falsos maestros que atacaban la congregación en Colosas. Venían enseñándoles que necesitaban circuncidarse para estar bien con Dios. Las enseñanzas que el Espíritu inspiró a Pablo para transmitir dejan claro que ninguna obra humana (ni circuncisión, penitencia, ofrenda, acto de humillación y demás) pueden hacernos merecedores de la salvación que solamente Jesús concede (Efesios 2:8-9). Pero aquí revela algo muy poderoso que sucede en las vidas de los que caminan con Jesús. ¿Creíste en Jesús? Pues entiende, por favor, que Jesús cambió en ti algo muy profundo, quitando lo que te mantenía impotente frente al poder del pecado. Te circuncidó, quitó de ti aquello que permitía que el pecado te dominara, y ahora con toda la autoridad de Jesús y la obra del Espíritu Santo en tu vida tienes toda la autoridad para decir que no, para ya no caer aplastado por la tentación y abandonar toda obra contraria a los principios y mandamientos de Dios. Los hijos de Dios han recibido la circuncisión de Cristo, una obra espiritual que los libra del poder dominante del pecado. No tienes por qué volver a mentir. Le puedes decir que no a la mentira, y también a la lujuria, la soberbia, la envidia, los malos pensamientos y todo lo demás. ¡Jesús nos ha hecho verdaderamente libres!
“...sepultados con él en el bautismo...”. ¿Cómo? ¿Alguna vez fuiste sepultado? Estas palabras nos tienen que llevar a una profunda reflexión en cuanto a lo que significa nuestra identificación con Jesús. Cuando depositamos nuestra fe en Jesús nos identificamos con Él y se produce un poderoso intercambio. Pablo habla también de eso en 2 Corintios 5:21: “Al que no conoció pecado, por nosotros se hizo pecado, para que nosotros fuéramos hechos justicia de Dios en él”. Sí, cuando Él cargó nuestros pecados en aquella cruz ocupó efectivamente nuestro lugar. Algo de nosotros (nuestros pecados, nuestra culpa, nuestra condenación) efectivamente murió en aquella cruz con Él. Cuando aquella tarde José de Arimatea llevó su cuerpo a la tumba, se llevó en realidad el nuestro. Puedes preguntarte cómo sucedió eso, porque llevas puesto tu cuerpo hasta ahora. Lo que fue a la tumba fue aquella parte de nosotros que estaba bajo la autoridad de la muerte y el pecado. Eso fue sepultado con él, y eso es lo que representa el bautismo. Esto no es “una doctrina más”, una idea que memorizamos para vernos espirituales. Es una realidad práctica que tenemos que transformar en buenas obras que honran a nuestro Dios y Salvador.
“...fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos”. Nuestra declaración de fe en Jesús hizo muchísimo más de lo que imaginamos. Sí, algo de nosotros efectivamente murió, pero también fuimos resucitados con Él. Aquel primer día de la semana, muy temprano en la mañana, nos levantamos - nosotros juntamente con Él - para vivir una vida nueva, diferente, sana, poderosa, especial. Dios nos devuelve a la condición para la que nos creó antes de que el pecado entrara en el mundo y la historia humana. Puedes afirmar, sin temor a equivocarte, que fuiste resucitado juntamente con Jesús, que su poder y su gracia habitan en ti por la presencia del Espíritu Santo. Todo eso es resultado de la fe, de haber creído y confiado en la resurrección de Jesús. ¡Jesús vive, y también los que creemos en Él!
“Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonando todos vuestros pecados...”. Esta frase es una reafirmación de lo anterior, pero aquí empieza a delinear las implicaciones que eso tiene para nosotros. Nosotros estábamos efectivamente muertos sin Cristo (Efesios 2:1-2). Repito: estábamos muertos, sin vida real, conforme a lo que Dios le había dicho a Adán y Eva en el huerto (Génesis 2:17). Parecía que el hombre seguía vivo, seguía respirando, caminando, comiendo, hablando, pero había muerto. Una persona separada de Dios está muerta. Dios nos dio vida en Jesús, y eso es algo muy real. El primer resultado de nuestra fe que se menciona aquí es tremendamente importante e impactante. En Cristo Jesús hemos sido perdonados de todos nuesrtros pecados. Todos. Puedes pensar en lo peor que has hecho (de hecho puede ser que Satanás te lo recuerde de vez en cuando) y tienes que saber que has sido perdonado, que Dios ya no lo toma en cuenta en tu contra, para condenarte ni para castigarte. Todos, sí, todos tus pecados han sido perdonados. Jesús recibió el castigo, pagó la condena, y no se condena dos veces por la misma falta. ¡Dios te perdonó en Cristo!
“...anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz...”. Había un acta en tu contra. No sé si alguna vez habrás pasado por la experiencia de tener una condena legal en tu contra, pero creo que lo puedes imaginar. Esta es la situación de estar frente al juez y que sea pronunciado el veredicto: “¡Culpable!”. No es un veredicto equivocado y no le corresponde a otra persona. Es nuestro veredicto. Considera por un momento cuánto pesa aquella acta en tu contra. Tiene todo el peso de la autoridad de Dios, que no tiene por inocente al culpable (Números 14:18; Nahum 1:3). El peso de aquella acta fue quitado de sobre nosotros, fue quitado aquel dedo divino que apuntaba en nuestra contra. La figura que presenta aquí Pablo es maravillosa. Aquella acta fue quitada de en medio y clavada en la cruz. Eso es lo que tienes que recordar cada vez que recuerdes la cruz. Allí está clavada, a la vista de todo el mundo, ante la mirada de todo poder espiritual, tu culpa y tu condena, que cayó sobre el Hijo de Dios, nuestro Salvador. ¿Cómo no agradecer y alabar a nuestro Dios bueno y fiel?
“...despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz”. Esta declaración es épica. Si hubo un despojo es porque hubo un dominio. Solo se despoja a alguien que poseyó algo. Y aquí estamos hablando de nosotros, de nuestras vidas. Éramos dominio ajeno. ¡Y tan libres que nos creemos! A pesar de todos los reclamos en cuanto a nuestra libertad y a cuántas veces afirmemos que “¡Yo hago lo que quiero!”, la realidad espiritual de una persona sin Cristo es que es apenas una marioneta en manos de principados y potestades que le dirijen en acciones, pensamientos, ideas, sentimientos, relaciones y todo lo demás. Pero considera y celebra lo que hizo Jesús por ti: expuso públicamente, para que todo el mundo lo vea hasta el día de hoy, a esos principados y potestades, en su triunfo en la cruz. No solamente el acta en nuestra contra está clavada en la cruz, sino que allí quedan a la vista de todos los poderes espirituales que nos dominaban, derrotados por el poder de Dios anunciado en Génesis 3:15. Jesús, la simiente de la mujer, aplastó públicamente al poder espiritual que nos alejaba de Dios. ¡Gloria sea al Poderoso Salvador! (El original dice: “y después de despojar en ella a los principados y a las potestades, los humilló públicamente al llevarlos prisioneros en desfile triunfal”. (Biblia Textual, IV Edición. (Sociedad Bíblica Iberoamericana, 2020), Col 2:15.)
Ya no te dejes engañar. Considera, afirma y declara, para ti y para todo el que quiera escuchar, lo que Dios ha hecho en tu vida al creer en Jesús. Hay libertad, victoria y un nuevo propósito para la vida del que ha depositado su confianza en Cristo Jesús. ¡Celebra tu salvación!
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