La esperanza purificadora

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Introducción

300 citas para predicadores de los puritanos Muerte: Funeral Del Pecado Y Resurrección de La Esperanza

Una persona que es consciente de su pertenencia a Dios sabe que la muerte será el funeral de todos sus pecados, dolores, aflicciones, tentaciones, deserciones, oposiciones, vejaciones, opresiones y persecuciones, y sabe que la muerte será la resurrección de sus esperanzas, alegrías, deleites, consuelos y contentamientos, y que le traerá un gozo más claro, completo, perfecto y constante acerca de Dios.

THOMAS BROOKS

Cita bíblica: 1 Juan 2:28-3:3 “Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados. Si sabéis que él es justo, sabed también que todo el que hace justicia es nacido de él. Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro.”

I. Asegurada por la permanencia (2:28)

Siendo el tema central de esta sección la “Esperanza de gloria” debemos comenzar notando que la esperanza es asegurada por la permanencia. Juan utiliza nuevamente este término que en bastantes ocasiones ya mencionó. Cabe recalcar que cuando habla de “permaneced en él” habla del reflejo de tener a Cristo como meta (2 Co. 3:18; Gá. 4:19). Por eso se dice que hablar de mantenerse en una unión estrecha con Cristo. ¡Es una orden!
Dos cosas ocurrirán en la manifestación de Cristo si nuestra permanencia ahora es continua:
Experimentaremos seguridad y confianza
Esta seguridad y confianza llegará a su plenitud en la segunda venida de Cristo. Ese día será una nueva manera de conocer la confianza y seguridad pues será el gran día en que estaremos junto a él. No se trata sólo de pensar en el futuro, sino también en el presente, el mismo término para confianza también expresa valentía, para el hoy, la valentía de clamar “Ven Señor” (Ap. 22:20).
No seremos avergonzados
Nuestra permanencia evita que seamos avergonzados cuando él llegue. Nuestra permanencia por la gracia de Cristo evitará que el Señor nos diga “apartaos de mí hacedores de maldad” (Mt. 7:23) Esto será para los cristianos nominales, aquellos que no hayan permanecido en Cristo como se demanda de ellos.
La esperanza que tenemos es una esperanza asegurada por la permanencia a través de la gracia que Cristo nos brinda cada día (Lam 3:22).

II. Manifestada por la justicia (2:29)

En segundo lugar, la esperanza que tenemos se manifiesta a través de la justicia que mostramos. La base es sólida, si queremos entender el nuevo nacimiento y su resultado, debemos entender que Cristo es justo.
Es decir, todo aquel que sabe, entiende completamente, que Cristo es justo, lleva una vida también en justicia, porque esto es aquello que evidencia el nuevo nacimiento o el hecho de haber sido nacidos de él, o procedentes de él. ¿Qué es vivir en justicia? 1 Pedro 3:13-16 nos da la respuesta.
Juan insiste en que los verdaderos creyentes no se conocen tanto por lo que afirman sino por el modo en que viven (Ro. 6:18; Lc. 1:6)

III. Establecida por el amor (3:1)

La esperanza implantada en nosotros, no es algo que tenemos por naturaleza, no nacemos con esperanza, más al contrario, nacemos con la desdicha de que moriremos por la eternidad. Vagando en esa forma de vida desauciada es cuando Juan da un grito de esperanza “Estad atentos, prestad atención (Mirad)” Este es un llamado a preocuparse por uno mismo porque lo que vendría después de esta frase traería esperanza al mundo entero. Podría traducirse la frase de la siguiente manera: “El padre ha dado amor ¡Qué impresionante!
El amor que el padre ha dado lo vemos reflejado en su Hijo Cristo al dar su vida por nosotros. Su amor no se terminó ahí, eso trajo como resultado más amor presentado en dos maneras: 1) Recibiendo un nombre y 2) Siendo idénticos a él.
El amor no es por quién soy, sino por quién es Él, Dios me ama porque Dios es Amor (Dt. 7:7-8).
Ya no estamos en desdicha, ahora tenemos un nombre, tenemos una identidad, tenemos familia. Ahora el mundo no nos conoce porque no le conoce a Cristo. Somos inentendibles para el mundo por causa de Cristo, no lo conocen a él y el no conocerlo a él resulta que tampoco nos conocerán a nosotros. La única forma de llagar a nosotros es llegando a Cristo.

IV. Cumplida por la semejanza a Cristo (3:2)

Nuestra esperanza es permanente porque será cumplida por la semejanza que tendremos con Cristo. Hay dos verdades mencionadas en este texto: 1) Ahora, en este tiempo, somos hijos de Dios, y 2) Aún no somos lo que seremos, cuando él se manifieste.
¿Qué es lo que aún no somos? Experimentaremos la “libertad gloriosa de los Hijos de Dios” (Ro. 8:21) El Señor Jesucristo “Transformará el cuerpo de la humillación nuestra para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.” (Fil 3:20-21)
Vamos a ser semejantes a él, porque él lo prometió, “a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos” (Ro. 8:29).

V. Caracterizada por la pureza (3:3)

Por último, nuestra esperanza se caracteriza por la pureza. Todos los que tienen esa esperanza en Cristo, se purifican a sí mismo. El asunto de purificarse se vincula con el hecho de causar un estado de pureza moral. Es cierto que posicionalmente hemos recibido el lugar como santos, pero Juan nos habla de un proceso de santificación continuo.
Santiago y 1-3 Juan 3. El conocimiento de Dios (3:3)

El creyente vive en la esperanza de verse transformado en semejanza a Jesucristo, y cuanto más contempla esta verdad tanto más se purifica del pecado. Busca limpiarse a sí mismo del pecado que contamina el cuerpo y el alma; se esfuerza constantemente en la santidad por reverencia a Dios (2 Co. 7:1).

Conclusión

Aquellos que permanecen en Cristo, manifestando justicia, reconociendo con gratitud el amor que Dios les tiene, siendo cada vez más conformados a la imagen de Cristo, e intentando vivir con pureza, pueden estar seguros de que tienen una esperanza que no defrauda. Ni siquiera las peores pruebas de la vida pueden disminuirles la confianza eterna en las promesas de Dios. Es más, mientras los creyentes enfrenten más dificultades en esta vida, más fuerte y brillante se vuelve su esperanza (Ro. 5:1-5).
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