Resurrección
Top Bible Verses about Resurrección
Job 19.25–26
Mateo 22.23–32
Juan 11.23–26
Romanos 6.5–8
1 Corintios 15.51–53
1 Tesalonicenses 4.13–15
Famous Christian Quotes About Resurrección
La diferencia entre los cuerpos actuales y los cuerpos inmortales
Así como las estrellas del cielo difieren de un terrón de tierra o de una carroña en una zanja, de tal modo nuestros cuerpos glorificados e inmortales diferirán de esta carne corruptible y mortal. Si un artesano talentoso puede convertir un poco de tierra y cenizas en curiosos vidrios transparentes (como vemos todos los días), y si un puñado de semillas que no infiere que semejante cosa pueda producir las flores más hermosas de la tierra, y si una pequeña bellota puede hacer que surja un roble enorme, ¿por qué dudaríamos alguna vez acerca de que la semilla de la vida eterna y gloriosa, que ahora está en las almas bendecidas con Cristo, puede, a través de él, comunicar una perfección a la carne que se disuelva en sus elementos?
El alma y la carne no pueden ser separados
Puesto que el alma es, a consecuencia de su salvación, elegida para el servicio de Dios, es la carne que hace posible que cumpla tal servicio. De hecho, la carne es lavada, para que el alma pueda ser purificada; la carne es ungida, para que el alma pueda ser consagrada; la carne es marcada (con la cruz), para que el alma también pueda ser fortalecida; la carne es ensombrecida por la imposición de manos, para que el alma pueda ser iluminada por el Espíritu; la carne se alimenta del cuerpo y la sangre de Cristo, para que del mismo modo el alma pueda crecer en su Dios. Entonces no pueden ser separados de su recompensa cuando están unidos en su servicio.
Él sufrió para establecer la libertad del sufrimiento
Él sufrió para liberar del sufrimiento a aquellos que sufren en él; descendió para poder levantarnos; aceptó la prueba de nacer, para que nosotros amemos al que no es engendrado; descendió a la corrupción, para que la corrupción pueda ser vestida de inmortalidad; se hizo débil por nosotros, para que podamos resucitar con poder; descendió a la muerte, para concedernos la inmortalidad y dar vida a los muertos. Por último, se hizo hombre para que nosotros, los que morimos como los hombres, podamos vivir de nuevo, y que la muerte no reine más sobre nosotros, porque la palabra apostólica proclama: “La muerte no tendrá dominio sobre nosotros.”